Impuesto inflacionario, lo que “gana” el Estado con el monopolio de la emisión
Mientras los debates ideológicos giran en torno a más impuestos para “redistribuir el ingreso” (vía aumento de gasto) y menos impuestos, para dinamizar la producción, el empleo y alinear incentivos, el Estado continúa teniendo en sus manos el monopolio de la emisión de dinero.
Esto no traería efectos negativos si, tal como plantea la teoría mainstream de las últimas décadas cuya aplicación ha permitido a la mayor parte de los países controlar la inflación, la autoridad monetaria y su política no se encontrara en manos del Poder Ejecutivo, es decir, se contara con un banco central independiente (y creíble). Existe evidencia empírica que respalda esta teoría (Kydland, Prescott, 1977; Barro, Gordon, 1983).
Sin embargo, en casos en los que esta independencia no se cumple, aun se observan episodios de inflación, o alta inflación, principalmente porque el Poder Ejecutivo, a través de Hacienda, “utiliza” la emisión monetaria como un crédito, lo que le permite incrementar continuamente el gasto público, dado que así amplia artificialmente sus recursos disponibles.
De esta manera, una expansión monetaria no acompañada por un crecimiento económico real genera un exceso de oferta de dinero (la cual tiende a reforzarse por la caída de la demanda de dinero en contextos de inflación persistente). Lo que llamamos inflación, y generalmente se asocia con una “suba del nivel general de precios”, no es otra cosa que un ajuste de cualquier mercado con exceso de oferta: en este caso, dado que hay más dinero que el que se necesita / desea demandar, este “pierde su valor intrínseco”.
Es en este escenario en el que el Estado “gana” por contar con el monopolio coercitivo de impresión monetaria, dando origen al “impuesto” (aunque no se encuentre legislado) más regresivo de todos, el impuesto inflacionario.
Este constituye la diferencia entre el costo de emisión del papel moneda y su valor nominal: en un contexto de inflación alta tienden a emitirse papeles de mayor denominación, lo que genera una primera fuente de recursos, mientras que existe un rezago entre que el dinero se imprime y llega a manos de los usuarios finales, lo que da lugar a una segunda manera de apropiarse del poder de compra del dinero, debido a la pérdida del poder de compra que sufre en este período.
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